domingo, 10 de octubre de 2010

Invernaderos de alta tecnología, una solución al clima


No es ciencia ficción. "La tecnología ha progresado a niveles impensados. Hoy es posible disponer del clima que uno quiera, prácticamente en cualquier situación geográfica", señala Eduardo Oyanedel, ingeniero agrónomo, gurú del tema de cultivos bajo plástico y académico de la Universidad Católica de Valparaíso.

Esta institución es decana en el tema. De allí surgió, en los años 70, el diseño del madera más común en Chile. Desde diciembre de 2006 lleva adelante un proyecto en Quillota, financiado por Corfo Innova, para aumentar la cantidad, calidad y efectividad en la producción en invernaderos. Esto porque consideran que es a través de ellos que se pueden resolver problemas no sólo climáticos, sino de uso más eficiente de agua, nutrientes y controlar mejor plagas. Además de volver más eficiente el cultivo.

A modo de ejemplo, los beneficios de usarlos se ven claramente en cultivos como el tomate.

Según Eduardo Oyanedel, al aire libre, el rendimiento no supera las 100 toneladas por hectárea, mientras que en un invernadero frío, sin calefacción, en la V Región, con dos ciclos de seis meses, se llega a 300 toneladas al año. Pero en Inglaterra, usando los de vidrio y con calefacción, se cosechan 850 toneladas en un ciclo de once meses.

Precisamente es demostrar que hay nuevas tecnologías cuya mayor inversión resulta amortizada por los resultados productivos, lo que busca el proyecto de la UCV . Éste contempla el uso de cubiertas de material plástico rígido, desarrollado por Ondex, que dejan pasar la radiación fotosintéticamente activa y retienen de forma óptima el calor necesario. Esto permite que puedan ser usados en zonas climáticas extremas.

En Chile el uso de invernaderos, hasta ahora, es bastante limitado. De las aproximadamente mil hectáreas que existen _para el cultivo desde plantas de interior hasta y tomate y pimiento para consumo fresco-, cerca del 10% corresponde a instalaciones de alta tecnología, con estructuras metálicas. El otro 90% son de madera con cubierta de polietileno.

Para Armand Evaristo, Export Sales Manager de Ondex, las heladas de este año son una poderosa razón para que los productores chilenos consideren invertir en invernaderos que consideren elementos como uso de temperatura o control de humedad.

"Permiten cultivar fuera de estación y con calidad más homogénea y aumentan la rentabilidad por metro cuadrado. Además, al dar más seguridad ante eventuales fenómenos climáticos, permite a los productores cumplir con los compromisos internacionales", detalla.

Sin embargo, los agricultores chilenos ven las heladas de este año como algo excepcional. El clima estable y de muy baja oscilación térmica que habitualmente tiene Chile aplaca cualquier intento por convencerlos de invertir más.

Emilio Navarro, gerente de Riegosistemas, empresa que entre otros productos comercializa insumos para invernaderos de la compañía israelí Netafim, señala que por esa misma razón en Chile es posible obtener buenos resultados con baja tecnología.

El cambio tecnológico de una instalación de madera a otra con estructura metálica implica una inversión 5 veces mayor, estima Oyanedel.

Por ejemplo, uno destinado a la producción de semillas representa una inversión inicial de US$ 4,06 por metro cuadrado. Este valor considera una estructura de madera, cubierta de polietileno y sistema de riego por cintas. Otro, de similares características, sin sistema de riego y sin postes en el interior de la unidad, destinado a la maternidad de un vivero de cítricos, costaría US$ 3,32 por metro cuadrado. La renovación del polietileno es un costo significativo dentro de la operación y puede llegar a US$ 0,86 metros cuadrados cada dos o tres años, considerando materiales y mano de obra. En tanto, el costo de un invernadero de alto nivel tecnológico es considerablemente mayor. Uno de estructura metálica, con cubierta de polietileno y ventilación mecánica tiene un costo de US$ 18/m2 (CIF), más la instalación.

"Aún cuando ha habido intentos formales de empresas extranjeras por introducir invernaderos de alta tecnología en Chile, los resultados a nivel comercial son bastante magros", sostiene.

Hasta el momento, sólo han asimilado la tecnología de los metálicos y con control climático algunos productores de plantas de interior y flores de corte, que en su conjunto deben tener unas 50 hectáreas.

Para Evaristo la falta de inversión responde a la manera de pensar general de los agricultores. "No calculan que es una inversión y muchas veces se quedan con algo que al cabo de cinco años les habrá hecho gastar más recursos. Es mejor invertir de inmediato un 20% más", explica y hace hincapié en que, además, las propiedades de esas instalaciones se mantendrán inalterables por años.

Oyanedel agrega que hay 700 há de invernaderos tradicionales con potencial de mejoramiento.

"Dos o tres agricultores innovadores podrían generar importantes cambios tecnológicos, que no involucren un aumento de los costos", añade. n

las críticas

El profesor Oyanedel sostiene que este tipo de cultivo puede aumentar los riesgos para los trabajadores y el medio ambiente, en comparación con sistemas al aire libre.

"La alta temperatura, la humedad relativa y escasa circulación del aire hacen que el riesgo de intoxicaciones de los trabajadores por pesticidas sea considerablemente más alto", afirma.

Por otra parte, el monocultivo obliga al uso de fumigantes del suelo como el bromuro de metilo, producto que agota la capa de ozono y que es altamente tóxico.

Además, en los cultivos en suelo se usan altas dosis de fertilizantes, lo que es un alto riesgo de contaminación de las napas subterráneas.

¿Por qué un invernadero?

Patricia Peñaloza, académica de la PUCV, explica que el cultivo bajo plástico permite controlar factores ambientales como temperatura, humedad y luminosidad. Se denomina invernadero a estructuras de cierta altura, de madera o metal, provista de una cubierta transparente para que ingrese la luz solar y cumpla con los requerimientos fotosintéticos y de calor, y que deje escapar el mínimo de energía.

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