lunes, 21 de diciembre de 2009

La producción de alimentos más nutritivos y en espacios pequeños es el futuro de los agronegocios. El cultivo de caracol bajo invernaderos se mueve en esa dirección, ya que la especie contiene nueve de diez aminoácidos que requerimos, tiene una alta demanda en restaurantes nacionales y mercados gourmet del exterior, más de 500 mil toneladas en Europa, y alta rentabilidad.



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Entre las ventajas del cultivo de esta especie (helicicultura) están los precios sostenidos y en aumento; incremento de la demanda nacional e internacional, debido a la baja de población silvestre; además, puede ser empleado para fines gastronómicos o industrias médica y cosmetológica; la competencia en México es casi nula.

Cárnicos Alternativos Orgánicos es una empresa familiar, ubicada en el Estado de México, que lleva dos años produciendo este molusco y cuya cosecha semestral es de 600 kilos. Gran parte de su producción viaja hacia España, a través de una alianza comercial con un comercializador mexicano, que compra el molusco a varios productores y lo exporta.

Lorena Saldaña Ramos, responsable de la microempresa, puntualiza que en Europa, Francia, España y Marruecos, entre otros, hace dos años consumían alrededor de 500 mil toneladas de caracol y la demanda aumenta cada año, porque allá se consume ese tipo de moluscos en festividades.

La rentabilidad que se puede alcanzar en el cultivo de caracol bajo invernadero tecnificado es del 70 por ciento, si se produce a ciclo cerrado, con óptimas condiciones climatológicas, mismas que ayudan a la calidad del producto y permiten producir mayor cantidad en menor espacio.

En entrevista, en el marco de la 14a. Reunión Regional Centro de Intercambio de Experiencias Exitosas en Desarrollo Rural Sustentable, realizado el pasado 2 de octubre en Pachuca, Hidalgo, indicó que un kilo de caracol vivo en concha se vende en 90 pesos, desconchado tiene otro precio, mientras que el costo de producción es la décima parte. Los clientes generalmente lo piden vivo y refrigerado.

En el encuentro, organizado por la Sagarpa y la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural del estado de Hidalgo, Saldaña Ramos destaca que el caracol es muy cotizado en restaurantes, porque contiene altos niveles de proteínas, mínimos porcentajes de grasas y proporciona altas cantidades de lisina y alantoína, que reconstruye la mucosa gástrica. Además, su calidad de proteínas supera a las del pescado.

En México se produce muy poco caracol, por lo que su idea es expandir este proyecto para que nosotros mismos podamos venderlo en forma directa a Barcelona, España, y otros países que demandan el producto, expresa.
Para poder cumplir con un cliente en el exterior se requiere producir por lo menos una tonelada mensual en forma constante.

A pesar de que en nuestro país no hay cultura para el consumo de caracol, la demanda es insatisfecha y, sobre todo es alta en restaurantes. Por el momento, la prioridad de Cárnicos Alternativos Orgánicos es abastecer aquellos establecidos en Toluca, donde estima se consumen unos 100 kilos al semestre.

Saldaña Ramos anota que existen recolectores de caracol que lo venden, pero no tiene la calidad y sanidad requerida, ya que se contaminan con bacterias; la población silvestre es mínima, ya que ahora en los terrenos se usa mucho químico y el molusco se muere.
Diversos usos

En algunos sectores hay cierto rechazo al consumo de caracol, reconoce Saldaña Ramos, quien agrega que deben explicarse las ventajas que tiene su consumo y riqueza gastronómica, se puede hacer gratinado, marinado o en crema; en la industria farmacéutica se pueden elaborar medicamentos que favorecen la reconstrucción de mucosa gástrica y provee calcio, sobre todo a las mujeres; en la industria cosmética, geles, cremas, exfoliantes para eliminar celulitis, estrías y desvanecimiento de arrugas
“La cultura mexicana no nos permite conocer más allá de lo que sabemos y cotidianamente se consume el caracol, pero con difusión puede cambiar el mercado, sobre todo por los beneficios que tiene para la salud”.

La expectativa de la empresa es en dos o tres años procesarlo al alto vacío, en fresco para exportarlo.
En el mercado mundial destacan países como Marruecos que lo producen y venden a España; China es productor y consumidor; en América Latina, Perú sobretodo, Argentina y Brasil, lo producen, consumen y exportan.

“México tiene posibilidades porque hay zonas adecuadas para el cultivo del producto; lo que falta es la continuidad, que el empresario o emprendedor decida realizarlo y sea constante, porque ninguno tendrá éxito si no se dedica y entrega su alma, hay que tener mucho amor a los animales y al campo para no contaminarlo”, subraya Saldaña Ramos.
Una tesis hecha realidad

El proyecto se comenzó a idear cuando Lorena era estudiante de la licenciatura en administración de empresas de la Universidad Autónoma del Estado de México, donde se decidió desarrollar una actividad orgánica, nutritiva, que no contaminara el medio ambiente y que permitiera generar empleos en Tenango del Valle, donde la carencia de éstos es marcada, por lo que las personas migran.

Así se identificó la oportunidad de negocio donde los costos de producción que se requieren para alimentar al molusco son mínimos; no requiere mucha mano de obra; los alimentos pueden ser cultivados por los propios productores, ya sea acelgas, lechuga, alfalfa y las harinas se pueden comprar en una veterinaria a costo accesible.

Lorena afirma que el cultivo de caracol no es difícil si uno dedica tiempo a la actividad, ya que es un empleo permanente, no es algo temporal, donde la tarea debe ser continua para lograr la producción y los moluscos requieren observación constante.

La ventaja de cultivarlo es que tenemos control alimenticio y sanitario, diario se cambia comida, panales y comederos para que no se generen bacterias y tener más calidad en el producto.
Es un ser vivo, que no se manipula fácilmente. En un metro cuadrado se produce alrededor de dos a cinco kilos en un semestre.

Tenemos dos tipos de caracol, ambos hermafroditas, se aparean y reproducen huevecillos que se convierten en caracoles entre 10 y 15 días, se alimentan de restos de huevo y calcio. Después suben a la superficie y se trasladan a mesas adecuadas para que alcancen un peso ideal de dos a cinco gramos. Se vuelve a preseleccionar para engordar y alcanzar el peso ideal de comercialización de 10 a 15 gramos. Un caracol vive de dos a tres años, pero de cuatro a seis meses ya se puede consumir.

El caracol reproductor, entra en un período de reposo sexual y de ayuno más o menos 2 meses, para la siguiente puesta. Ultimo paso disponibles de 4 a 8 meses desde las posturas y se almacenan para la venta.

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